En el último año, la presencia en Madrid de Rafael Canogar (Toledo, 1935), integrante y uno de los fundadores del grupo El Paso en 1957, ha sido muy intensa. El artista ha cumplido 90 años, pinta cada día en su taller de la zona de Embajadores, cercano al Espacio Tabacalera, y acude con mucha asiduidad a conocer las propuestas artísticas que ofrece la capital. Este otoño es él, Canogar, quien protagoniza una de las exposiciones de la temporada en la Galería Guillermo de Osma, organizada de manera conjunta con la Mayor Gallery en Londres: Huellas (Pinturas 1958-1962).
Se presenta en esta muestra la obra histórica de Canogar en la época de El Paso, grupo del que es el último miembro vivo y en activo. Se han reunido catorce cuadros –alguno de ellos monumentales– realizados entre 1958 y 1962, dando visibilidad al periodo más temprano e informalista del pintor.
Canogar viaja a París gracias al dinero de un mural que vendió. Aquel viaje fue una revelación para el pintor, allí descubre otra manera de asaltar los lienzos y de manejar la pintura. En Europa y EEUU, los dos centros del arte a nivel internacional, la abstracción y el expresionismo abstracto son una absoluta revolución. Qué lejos quedaba el academicismo que primaba en España. Qué lejos.
La voluntad de transformar el mundo del arte

En conjunción con otros artistas jóvenes como Millares, Saura y Rivera, Canogar fundó en un momento de conformidad social y conservadurismo, un lenguaje gestual de pintura abstracta muy provocativo y, sobre todo, radicalmente nuevo. «Nuestro arte nació como una respuesta a las necesidades de ese momento, con la voluntad de transformar el mundo del arte y volverlo dinámico, con [cuadros] que eran al mismo tiempo protestas violentas, atrevidas y místicas. Al principio no nos tomaban en cuenta para nada, incluso hubo quienes lo vieron como una tomadura de pelo», ha relatado Canogar a lo largo del tiempo.
En esos años, su obra toma la forma de un tipo de abstracción vigorosa en la que la materia ya no es un mero medio de representación, sino que se convierte en un sujeto evocativo en sí mismo. La pintura al óleo, gruesa y terrosa, es intervenida de forma directa por el artista con sus propias manos, mediante el trazado de surcos con los dedos.


«Como castellano, su paisaje me ha marcado. Me interesa la tierra labrada por el hombre, esa que nos ha alimentado toda la vida desde que existimos. Y por ello, por ese acercamiento de ese hombre trabajando la tierra y la huella que deja en la misma, mis pinturas tienen esos surcos en el óleo. Como si fuera la superficie de la tierra, como metáfora de la lluvia y del agua que se va introduciendo por esos surcos», explica Canogar.
La mirada a las raíces

Desde los inicios, la evolución siempre ha estado presente en la obra de este artista. Cuando se separa El Paso, cada uno de ellos sigue su camino artístico, Canogar experimenta diferentes lenguajes, incluso la figuración, siempre apegada a la actualidad y al sentimiento que ésta despertaba en él. Eran respuestas personales igualmente impulsivas e intensas a los cambios y, a menudo, difíciles tiempos que vivía.
Las obras expuestas, que son al mismo tiempo una exultación y un lamento de la libertad individual, siguen siendo rompedoras a día de hoy, y reflejan sentimientos que trascienden el paso del tiempo. «El informalismo era como un grito de rebeldía y libertad, y hoy, años después, aunque sin la violencia de aquellos momentos, sigue estando presente en mi obra porque son aspectos que me siguen importando. Fue, al menos para mí, algo sustancial y místico, autoafirmación y autorrealización, además de ruptura con las estructuras formales, racionales y certidumbres estetizantes», detalla Canogar.
Sobre ello, Frank O’Hara, crítico de arte de EEUU, escribía en el catálogo de la histórica exposición de arte español en el Museo de Arte Moderno de Nueva York en 1960, en la que participaba Canogar: «Son las necesidades culturales de su sociedad por las que el artista se expresa».
La exposición de Huellas (Pinturas 1958-1962) de Rafael Canogar podrá verse en la Galería Guillermo de Osma hasta el 23 de enero de 2026.


